ALLISON Y EL IDEALISMO TRASCENDENTAL DE KANT
Un estudio ya clásico de la «Crítica de la Razón Pura» de Kant (y de su proyecto crítico) es sin duda el tratado del filósofo estadounidense Henry Allison. Dicho tratado lleva por título «El idealismo transcendental de Kant: una interpretación y defensa», de 1983. En él Allison defiende el proyecto crítico de Kant de la acusación de incoherencia que se levantó contra él desde muy temprano, en el siglo XVIII (por ejemplo, Jacobi) y que se ha reeditado en el siglo XX por Strawson y Prichard.
La crítica central dirigida contra Kant es que introduce la tesis del «idealismo transcendental» en un trabajo que tiene como objetivo mostrar la objetividad del conocimiento científico. En términos de Peter Strawson (en su obra «Los límites del sentido») es que el proyecto general de Kant es distinguir lo que se puede conocer (lo que se encuentra en la experiencia) de lo que no se puede conocer (es decir, aquello que está más allá de la experiencia). De acuerdo con Strawson, introducir en ese proyecto una teoría sobre el «idealismo transcendental» tanto referente a la estética (el espacio y el tiempo) como en la lógica (la lógica trascendental) y finalmente, en la trascendentalidad de las antinomias de la razón, genera una contradicción en el proyecto kantiano. Es por ello por lo que Strawson “depura” el proyecto extrayendo el idealismo transcendental y quedándose solo con la distinción de la experiencia (como lo que se puede conocer) y lo que está más alla de la experiencia (la cosa en sí o el nóumeno, que es lo que no se puede conocer).
Prichard continua el proyecto de Strawson señalando una distinción entre lo empírico y lo idealista. Dicha distinción consiste en que lo empírico es lo que se puede conocer objetivamente mientras que lo idealista son apariencias o ilusiones de carácter personales y subjetivas de los sujetos. Así, el idealismo se acercaría a una versión escéptica del cartesianismo o la posición de George Berkeley según la cual lo que tiene el sujeto son representaciones subjetivas bajo la forma de ideas subjetivas como su realidad.
Frente a estas interpretaciones, Allison defiende la posición de que hay una diferencia entre un idealismo empírico (que serían los descritos por Strawson y Prichard) un idealismo transcendental, el cual sería consistente con todo el proyecto filosófico de Kant. Este idealismo transcendental apunta al studio de las condiciones a priori del conocimiento objetivo de la experiencia y constituye lo que Allison denomina «condición epistémica», la cual se contrapone a cualquier tipo de psicologismo. La posición del autor que estoy comentando permite supercar problemas como los que aquejan la perspectiva de Prichard según la cual la diferencia entre el aspecto idealista y empirista del proyecto de Kant se reduce a la diferencia entre las creencias forjadas psicológicamente en la mente de las personas individuales y el especio y el tiempo como entidades reales (pero que a la vez son estructuras ideales trascendental, lo cual constituye un absurdo). La solución de Allison de dotar de condiciones epistémicas y no psicológicas a las condiciones ideales le permite señalas que ellas son las condiciones de posibilidad de la objetividad del conocimiento.
En el fondo, a lo que asistimos aquí es a un esfuerzo logrado exitosamente de recuperar el proyecto filosófico de Kant de las manos de variantes sofisticadas del positivismo, dotándolo de unidad. Eso no quiere decir que el proyecto de Allison no pueda ser cuestionado o revisado en el tiempo que ha trascurrido desde 1983 hasta la actualidad, pero cumplió una función importante frente a dos amenazas en la interpretación de Kant: la primera es la que proviene de los residuos del positivismo, y la Segunda es la que proviene de la interpretación de que el proyecto de Kant carece de una coherencia general porque la «Crítica de la razón Pura» ha sido compuesta por fragmentos que son incoherentes entre sí, interpretación que viene repitiéndose desde el trabajo de Norman Kemp Smith desde principios del siglo XX.