Hace unas semanas, el vicepresidente de la administración Trump, J.D. Vance, ha declarado que la amenaza más grande de Europa es la pérdida de la libertad de expresión. Es claro en mensaje: que, en Europa, especialmente en Alemania, se permite la difusión de los mensajes de la extrema derecha, como es el caso de Alternativa para Alemania (AfD). La declaración de Vance se produce en plena campaña para las elecciones alemanas. Ya, antes Elon Musk había tenido una conversación con la líder de AfD, Alice Weidel, para fortalecer la difusión de las ideas de la ultraderecha alemana.

Es clara la política desplegada por la administración Trump: se trata de potenciar las extremas derechas europeas a fin de debilitar a la Comunidad Europea e instaurar la RealPolitik en el mundo. Confiado en el potencial militar y económico, y de las ventajas geopolíticas de los EE. UU., Trump quiere que las relaciones internacionales se desarrollen de acuerdo con el poder de las potencias más poderosas, en vez de por medio de las reglas del derecho internacional.

Esta defensa de la libertad de expresión como un medio del juego de la Real Politik no es nueva. Es una estrategia vieja y muy conocida. La historia del fascismo ha mostrado como la extrema derecha exige libertad de expresión cuando está fuera del poder, pero cuando gobierna la elimina por completo. También el MOVADEF, en Perú, exigía libertad de expresión cuando su proyecto era el de SL y la destrucción de todas las libertades.