Los daños sufridos en el Perú desde fines del año pasado hasta lo que va hasta la presente marca la forma en la que se está viviendo la Semana Santa este año del 2023. La relación entre la fe y la vida es estrecha en muchos sentidos, y uno de ellos es el que la experiencia de fe se alimenta e ilumina lo vivido en el presente.

En el Perú actual, sin embargo, hay quienes quieren establecer una desconexión entre la fe y la vida, pesando que Cristo no acompaña nuestro camino, sino que es un inquisidor observante implacable. Ellos consideran que el mensaje cristiano tiene como objetivo quitar libertad y establecer jerarquías entre las personas. Así es como se explica que algunos cristianos en el país piensen que hay personas cuyas muertes se encuentran justificada por un supuesto «bien superior», o que la libertad y la voluntad de las personas puede ser quebrada por la manipulación y la instrumentalización. También hay supuestos fervientes creyentes que siguen manteniendo de los momentos difíciles (como el de las lluvias y los huaycos que se han producido en el país) son un supuesto castigo de Dios y que deberíamos rezar con arrepentimiento por nuestros supuestos pecados.

Felizmente, hay todavía muchos creyentes que afirman que los momentos difíciles son importantes para la oración, pero para que le pidamos Dios que nos dé sabiduría y perseverancia para poder hacer frente a las adversidades. Sin duda, necesitamos mucha sabiduría para poder encarar los desafíos que tenemos en el país y para entender que la entrega generosa es lo que se espera de nosotros más que la palabra enjuiciadora.