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¿LOS MEDIOS JUSTIFICAN LOS FINES?

COMENTARIO DEL JUICIO DE PABLO QUINTANILLA SOBRE LA ÉTICA KANTIANA

Publicado: 2020-09-27


El domingo 20 de septiembre último, mi amigo y colega Pablo Quintanilla fue entrevistado por Jorge Paredes Laos a propósito de la crisis política que hemos tenido a causa del enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. A fin de motivar la reflexión y orientarla hacia la filosofía política y moral, se invocó  la famosa frase atribuida falsamente a Maquievelo según la cual el fin justifica los medios, lo cual  dirigió la reflexión al terreno de la filosofía moral. Una vez ubicado allí, Quintanilla reeditó las críticas de Hegel y de los lectores de Hume (especialmente, Bernard Williams) contra Kant. El ejercicio se convirtió, entonces, en un ataque al universalismo kantiano para hacer valer la teoría de los sentimientos morales de Hume y de  Adam Smith y el convencionalismo de Williams,  apoyándose en el problema de conflicto entre bienes.

El centro de las reflexiones es centró, así, en la relación entre «lo racional» y «lo afectivo» girando en torno al problema de la motivación moral. En allí donde el filósofo emite juicio fuerte según el cual “últimamente, hay muchísima investigación en psicología experimental que prueba que lo que nos mueve a actuar moralmente es lo que David Hume y Adam Smith llamaron los sentimientos morales, como la compasión y la empatía”. Esto se dice para desacretitar a Kant quien “desarrolló, a fines del siglo XVIII, el concepto de imperativo categórico como una norma moral universal a la que el ser humano debe aspirar premunido de la razón”. Y continua afirmando que “el problema de esto surge cuando se producen conflictos entre normas que son igualmente buenas o deseables. Por otra parte, Kant solía pensar que la motivación para actuar de manera ética es básicamente racional, lo que no parece reflejar la realidad”. Examinemos brevemente estos juicios que Quintanilla emite sobre la ética kantiana.

1.- El universalismo moral

Cierta lectura desprendida de Hegel podría darle la razón de que la moral kantiana tiene pretensiones de ser una moral universal y abstracta. Sin embargo, hegelianos contemporáneos como Terry Pinkard y Robert Pippin rechazan esta lectura simplificada de Kant. Es más, autores neokantianos contemporáneos como Christine Korsgaard, Onora O’Neill, Thomas Scanlon y Rainer Forst defienden a Kant sin comprometerse con la afirmación de que existe una moral universal, sino que es posible hacer valer la pretención de la universalidad de la ética por medio del intercambio de razones, intercambio que es siempre contextualizado, pero que no permanece atrapado en el contexto. Incluso, desde el terrreto del pragmatismo contemporáneo, autores como Robert Brandom ha recuperado la normatividad kantiana, leyendo a Kant a partir de la «apercepción trascendental» y a la luz del darwinismo y de la termodinámica (lo que arroja no leyes probables en vez de universales) y desconectándolo de la ciencia de Newton centrada en leyes físicas universales.

2.- En problema de la motivación moral

El segundo punto que Quintanilla señala en su ataque sobre Kant, y que es central en su posición es las investigaciones científicas contemporáneas le dan la razón a Hume y a Adam Smith (y no a Kant) respecto a que son los sentimientos los que nos mueven a la acción, y por lo tanto deben constituirse en la base de la moral en lugar de la razón. La frase de Hume según la cual son los sentimientos, y no la razón, los que nos mueven a la acción es fue utilizada en el filósofo británico para cuestionar la posición de los racionalistas ingleses de los siglos XVII y XVIII (como Samuel Clarke y Richard Price) y no para cuestionar a Kant (a quien no conocía). Uno podría decir que ese es un detalle min importancia ya que Kant se ubicaría del mismo lado que Clarke, Price y del alemán Christian Wolff – filósofo muy popular en la época de Kant en Alemania-. Pero hay que considerar dos cosas antes de intentar colocar a Kant de ese lado del debate.

En primer lugar, Clarke, Price y Wolff son intuicionistas y realistas morales, es decir, creen que que existen hechos morales en el mundo, y que podemos conocerlos por medio de intuiciones racionales. Tanto Hume como Kant rechazan la existencia de hechos morales. Hume afirma que las distinciones morales de encuentran dentro del sujeto, en sus sentimientos morales (por lo que apuesta por una posición que se conoce como «asentimiento reflexivo». En cambio, Kant señala que dicha distinción se encuentra dentro del sujeto, pero no en los sentimientos, sino en la razón, con lo que se ubica en lo que Korgaard llama «apelación a la autonomía». La razón por la cual Kant toma esta posición es que los «sentimientos morales» podrían variar de manera arbitraria, lo cual haría que la moral sea arbitraria, lo cual quenera un problema. Por otra parte, la «apelación a la autonomía» no nos compromete necesariamente con una moral universal, sino que el intercambio de razones puede ofrecernos una moral que brota de los contextos pero que escapa a la arbitrariedad.

Pero, el punto central de Quintanilla se encuentra en que la reciente investigación científica ha mostrado que son los sentimientos y no la razón la que nos mueve a la acción. Aquí hay que señalar las siguientes cosas. En primer lugar, que toda investigación científica se desarrolla al interior de un paradigma científico y que la verdad de las afirmaciones de la ciencia cambia de un paradigma a otro. O, si lo queremos decir con Popper, en vez de con Kuhn, lo característico de las afirmaciones científicas es que son falseables. Como fuere, las afirmaciones científicas no pueden ser tomadas como verdades definitivas. Es posible que un determinado paradigma científico pruebe que, hasta ahora, podemos decir que lo que nos mueve a actuar son los sentimientos y no la razón, pero esa afirmación no puede ser tomada como definitiva.

Por otro lado, es necesario tener presente que el objetivo de Kant no es mostrar que la razón nos mueve a actuar. El problema que la razón práctica crítica se plantea no es el problema de la motivación sino de la normatividad de la moral, es decir, de la justificación de determinados principios morales. De hecho, en la Metafísica de las costumbres Kant señala que una teoría de los sentimientos morales resulta ser un buen complemento para la moral, pero no la base de su normatividad. En el debate de los años noventa, la cuestión sobre si la razón motiva o no a la acción es conocido como el debate sobre el internalismo y en externalismo moral. Pero no debemos confundir ese debate con el de la fuente de la normatividad.

3.- El conflicto entre bienes

Un elemento adicional que Quintanilla trae a colación es el desarrollado por Bernard Williams en torno al conflicto entre bienes. El hecho de que nos podamos encontrar en situaciones en las que se enfrenten diferentes exigencias prácticas o morales parec e que deja fuera de juego a la moral kantiana debido a que el filósofo alemán abogaba por la «unidad de la razón» y rechazaba el «conflicto entre deberes». Sin embargo, si uno lee a Kant, puede encontrar formas reconocer el conflicto entre exigencias morales y una forma de hacer frente a dicho conflicto orientándose por principios. Siguiendo a Rawls y a Korsgaard podríamos decir que en Kant también es posible encontrar la distinción entre una «teoría ideal» y una «teoría no ideal». Korsgaard utiliza esa distinción para resolver el problema de la mentira frente al asesino que me pregunta si tengo a su posible víctima en mi casa. Si bien el texto de Kant sobre la mentira parece ser desconcertante, Korsgaard apela a la distinción entre ambas teorías para poder recurrir a Kant de manera más satisfactoria.

La distinción entre la «teoría ideal» y la «teoría no ideal» la podemos hallar en textos como La paz perpetua donde los seis primeros «artículos para la paz» corresponden a las condiciones para la guerra, mientras que los tres últimos estipulan las condiciones para la paz. La distinción entre ambas teorías se puede aplicar al caso de la mentira de tal manera que se pueda articular un principio que diga que no puedo permitir convertirme en un instrumento de otro para el mal, de tal manera que si bien no puedo ir por el mundo diciendo mentiras (como tampoco iniciando guerras ofensivas), sino que puedo utilizar las mentiras para. defender mi integridad como persona moral a fin de no convertirme en un instrumento para el mal. Puesto que en el mundo el mal está presente, es posible esa situación, como también la de los conflictos entre deberes.

4.- ¿Debemos aceptar el convencionalismo morral?

El recurso de Quintanilla a Williams lo conduce a una versión del particularismo moral que es el convencionalismo moral. Esto consiste en seguir las consecuencias del escepticismo de Hume que termina atando el intercambio de razones una fuente de autoridad dada por convención y que es externa a la razón misma. Es decir, en el debate moral, la última palabra la tendrá una autoridad convencional en vez de las razones más fuertes. Incluso en el encuentro entre mundos culturales, cuando estamos en la situación de transformas nuestras convicciones morales, el asunto se estabiliza constituyendo una autoridad moral que se encuentre fuera del intercambio de razones, y que termina arrojándonos a la arbitrariedad. Esta situación es lo que O’Neill identifica como «el uso privado de la razón». Con esto, la posición de Quintanilla termina por acercarse a un conservadurismo moderado que habría que evaluar.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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