Hay quienes sostienen que en época de pandemia debe ser silenciada tanto la política como la crítica. De tal manera, el intercambio de ideas y los cuestionamientos a las acciones del gobierno deben dejarse para después y , al parecer, deberíamos actuar como un solo “comando”. Si embargo, en esos momentos es justamente cuando resulta más relevante el debate público y la prensa crítica que cuestione lo que el gobierno está haciendo mal y se puedan alcanzar y recoger las mejores ideas. De esta manera se logra uno de los fines de la democracia, tal como el filósofo progresista John Dewey, lo señalaba. Para él, la democracia es la articulación de la inteligencia social dirigida a la resolución de problemas prácticos, tanto sociales como políticos.

La Canciller Angela Merkel ha hecho notar eso con claridad cuando defendió la libertad de la prensa libre en momentos duros como el que vivimos. De esta manera, se puso del lado no sólo del debate, sino de la trasparencia en la información y de la no restricción innecesaria de derechos y libertades. En esto, la Canciller alemana se puso del lado opuesto del modelo chino de manejar la información y de gestionar los derechos y las libertades.

En el Perú, el presidente Vizcarra parece no ser ni amigo de la crítica ni de la trasparencia de respecto de los datos. De hecho, ha criticado reiteradamente las voces críticas tildándolas de “generales después de la batalla”; además, de no ser por el valioso trabajo de Gustavo Gorriti, no nos habríamos reiterado de que el gobierno reportaba sólo la tercera parte de los fallecidos. El argumento de “no desmoralizar a la población” resulta ser muy débil. De hecho, lo importante de contar con la mayor y mejor información posible permite que la crítica de buena fe sea una aliada muy importante para enfrentar una situación como esta.