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LA COMPLACENCIA DE LOS LÍDERES DE OPINIÓN FRENTE A LAS ACCIONES DEL GOBIERNO

Publicado: 2020-04-11

Llama profundamente la atención la forma en la que Rosa María Palacios, Juan Carlos Tafur, Raúl Tola, Augusto Álvarez Rodrich y otros líderes de opinión terminan siendo sumamente complacientes con el gobierno y sus medidas ante la crisis sanitaria en la que nos encontramos. En primer lugar lo exculpan de la crisis del sistema de salud señalando que éste se encuentra desmantelado por la acción de los gobiernos pasados. Sin embargo, el gobierno actual le dio un empuje sin presendentes a la educación y dejó la salud pública a su suerte. ¿Acaso no podríamos tener un sistema de salud en mejor pie frente a la crisis del CIVID 19 si desde el 2016 se hubiera desarrollado una política de mejoramiento del sistema público de salud? Sin duda, tendríamos mejores herramientas ahora para hacer frente a la crisis actual.

Una muestra de que el gobierno no tiene en claro el problema de la salud es que la salud mental ha quedado fuera de juego. Las largas semanas de confinamiento militarizado en la que nos encontramos, con restricciones poco sensibles a la salud psíquica de la población, está haciendo que la violencia familiar se incremente, muchas personas se depriman y sus sistemas inmunológicos se debiliten. El equipo de asesores del Presidente de la República no cuenta con especialistas en salud mental ni en psicólogos sociales, de modo que está dando marchas y contramarchas en sus medidas y restricciones. El respetado Farid Matuk puede ser un excelente estadístico, pero no es un psicólogo social, y su opinión no puede ser la que determine quién puede salir qué dias de casa.

Pero otro aspecto de la salud pública se manifiesta en las posiciones de los líderes de opinión que avalan y defienden sin cuestionamiento las medidas tomadas por el gobierno, critican a quienes no se “aúne a esta guerra con el gobierno” y toman una deriva mística. Respecto de esto último, en vez de preguntarse qué se está haciendo mal frente a la crisis, se dedican a hablar del valor que tiene la “recuperada vida familiar”, como el encuentro de con la familia y el valor de hacer cosas juntos. Un caso patético es el de Patricia del Río quien declara haberse reconciliado con objetos de su casa, como los tendederos. Esta actitud muestra una profunda indolencia frente a la gran mayoría no privilegiada de este país que vive en asinamiento el confinamiento o la suerte de la población carcelaria.

Otra de las reacciones de los líderes de opinión se dirigen a preguntas como ¿qué aprendemos de esta crisis? y ¿cómo va a cambiar nuestras vidas en el futuro?. En cambio de preguntarse por lo que se está haciendo mal especialmente frente a los más débiles de esta sociedad, la deriva mística no muestra más que la indolencia de un sector pequeño, privilegiado, poderoso y que tiene el monopolio de la opinión pública. Esta indolencia me trae recuerdos de los años 80, y sabemos bien cómo terminó esa historia. Es necesario que esa élite y el mismo gobierno vuelva el rostro a los que peor la pasan en esta crisis y que abandonen la autocomplaciencia que lamentablemente la opinión pública internacional está reforzando.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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