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CHILE, 25 DE OCTUBRE

Publicado: 2019-10-26


Como ya es mundialmente conocido, el viernes 25 de octubre se realizó la mayor manifestación de los últimos treinta en Santiago de Chile. La protesta fue pacífica y ordenada en su mayor parte, y carecía de tintes políticos. Las razones de la protesta han sido y siguen siendo discutidas. Pero lo que está pasando en Chile llama, sin duda, a la solidaridad.

Es cierto que en otros países y con otros pueblos están pasando cosas muy dolorosas, como en el caso de Haití o con el pueblo kurdo. Pero, sin embargo, lo que sucede en Chile llama especialmente la atención por dos cosas fundamentales. En primer lugar, porque la historia chilena se encuentra marcada por el golpe militar de Pinochet y la represión violenta que se instauró en ese acto. En segundo lugar, porque Chile se presentó durante décadas como un país con cifras macroeconómicas muy buenas y se presentaba como un modelo de desarrollo a seguir para los países de la región.

En estos días se ha estado discutiendo cuáles con las posibles explicaciones para que ese país modelo se encuentre ahora inmerso en una gran crisis social. Aquí quisiera destacar sólo algunas cuestiones que me parecen centrales. En primer lugar, si bien es cierto que el crecimiento chileno es importante, la desigualdad también. Las cifras macroeconómicas han servido para que el desarrollo de Chile despegue, además de para que se reduzca la extrema pobreza. Sin embargo, por la estructura del poder sobre el sistema económico han sucedido dos fenómenos: a) la desigualdad se ha incrementado de tal manera que se tiene una pequeña élite de supermillonarios (entre los cuales se encuentra el mismo presidente Piñera) frente a una inmensa clase media profundamente endeudada y empobrecida (y, hoy en día, muy indignada y furiosa). Al mismo tiempo, b) si bien el mismo crecimiento ha sacado a un gran número de personas de la pobreza, sucede que existe un alto porcentaje de la clase media chilena que se. Mueve constantemente entre la pobreza y la clase media. Esto hace que las cifras respecto de la pobreza y la extrema pobreza no sean del todo claras y transparentes.

En segundo lugar, quiero destacar el desprecio que tiene la clase alta chilena frente a la clase media y las clases empobrecidas. Ese desprecio se presenta en la desigualdad respecto de acceso a los servicios, especialmente al agua, la salud, el transporte y la educación. De esta manera, en Chile, sólo el sector más pudiente tiene la oportunidad de acceder a una educación de calidad que le permita llegar a estudios superiores de calidad. El desprecio de la clase alta se ha manifestado abiertamente en estos días cuando el mismo presidente Piñera decretó que Chile estaba en guerra y decidió enviar a las FF.AA. a atacar a los enemigos. En ese momento dejó en manos de los altos mandos militares para que tomen las medidas que consideraban adecuadas para hacer frente al “enemigo”. Otro dato revelador de ese desprecio fue la conversación de la Primera Dama en la que decía que estaban siendo atacados por alienígenas.

En tercer lugar, es necesario destacar que el manejo de la crisis de parte del gobierno ha sido pésimo. Primero se envió a las FFAA y después se pidió disculpas uy se dieron medidas en dirección a paliar la situación de la población. La estrategia de comenzar golpeando para después iniciar negociaciones políticas, muestra que la clase dirigente se encuentra desorientada respecto de lo que está pasando. Parece ser que la retórica del “milagro chileno” los a desconectado de lo que sucede con la población. El comenzar por el uso de la fuerza para después hacer política es lo que incrementó la indignación de la población.

En cuarto lugar, la clase política chilena en su conjunto llegó a un acuerdo con la Fiscalía General en dirección a que las investigaciones respecto de la corrupción de Odebrecht no tocasen a los políticos. En Chile no hay investigaciones fiscales dirigidas a poner tras las rejas a los políticos corruptos. De esta manera, la clase política forma parte de una élite económica que es inmune ante la justicia.

El año 92 tuve la suerte de vivirlo en Chile. En ese momento, la sombra del gobierno militar estaba muy presente. Las personas seguían muy asustadas, pero tenían una gran esperanza respecto de la democracia. Me resulta muy doloroso constatar cómo los políticos y la élite le ha dado la espalda a la mayoría de los ciudadanos. Parece ser que la codicia, la injusticia y la desigualdad siguen campeando en un país que mecece vivir en paz, democracia y prosperidad.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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