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SOCIEDAD CIVIL, CORPORACIONES Y COMUNIDAD ÉTICA

Publicado: 2019-03-15


La idea de la sociedad civil se remite a la Filosofía del Derecho de Hegel. Pero allí se presenta como bürgerliche Gesellschaft, de modo que el reino de las necesidades (representado por el mundo del trabajo y el mundo del mercado) se articula con el espacio de la realización personal y la libertad por medio de corporaciones intermedias. En los estudios más importantes sobre la sociedad civil desarrollados a fines del siglo XX (especialmente, los trabajos de Cohen y Arato y los trabajos de Habermas), se intenta precisar que la sociedad civil se distingue tanto del Estado como del mercado. A raíz de la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del Bloque Soviético se revitalizaron los estudios de lo que comenzó a llamarse civil society. Esto se realizó con el fin de tomar distancia de la bürgerliche Gesellschaft hegeliana y presentar no sólo un espacio emancipado del domino del Estado (en contraposición a lo que sucedía con los Estados del Bloque Soviético), sino también para desarrollar una crítica al desborde que ha tenido el mercado escasamente regulado en las sociedades occidentales.

Después de más de veinte años de los trabajos de Cohen y Arato y de Habermas, los balances y las críticas no se han hecho esperar. Nancy Fraser y Rainer Forst, por caminos distintos, han criticado el enfoque westfaliano en el que Habermas y los demás han estado pensando tanto la opinión pública como la sociedad civil, además Fraser ha añadido una crítica desde el feminismo según la cual el planteamiento de Habermas de la sociedad y el trabajo invisibiliza el trabajo doméstico desarrollado por las mujeres, anulando, al mismo tiempo, su voz en la esfera de la sociedad civil.

Ahora bien, una relectura de la Filosofía del Derecho de Hegel puede ofrecernos una perspectiva adicional en la cual la distinción entre el reino de la realización y el reino de la necesidad no se encuentren disgregados, sino en una fructífera ambigüedad que permita ver el fenómeno desde dos puntos distintos. A fin de potenciar la tensión presente al interior de este espacio social será necesario enmarcarlo dentro de la idea de comunidad ética que Kant desarrolla en su Religión dentro de los límites de la mera razón.

La conexión entre las corporaciones y el reino de las necesidades presenta su utilidad en la teoría de Hegel. Mientras que el reino de la necesidad presenta su potencial articulador de la sociedad vía las relaciones económicas y los intercambios mercantiles, las corporaciones presentan su potencial articulador, desde el otro extremo, por así decirlo. La articulación de las corporaciones ofrece el núcleo de articulación de lo otro del sistema económico, a saber, la sociedad civil.

Pero sistema económico y corporaciones no se encuentran desconectadas, sino íntimamente relacionadas. Las corporaciones representan el lugar en el que las personas que participan de la producción material de la sociedad tienen la oportunidad de abrirse a la universalidad por medio del despliegue de las virtudes y el cultivo de su humanidad. Como espacio de realización personal, las corporaciones ofrecen a las personas que participan de la producción económica, una dimensión adicional de humanización.

Ahora bien, la realización de las personas en las corporaciones puede presentar el peligro de informar a los participantes de fines y valores como medios de realización humana, pero asumidos de manera acrítica, sustancialista y esencialista, cargando sus mentes de dogmatismo. No es por nada que las corporaciones intermedias respresentan el residuo medieval que Hegel recupera del pasado, claro está, haciendo los cambios necesarios para que encajen en una sociedad sometida a las exigencias de la modernidad. La idea de comunidad ética desarrollada por Kant representa esa exigencia de la sociedad de abandonar tanto las posiciones dogmáticas como las relaciones de dominación. La idea de volver a Kant después de la ilustración sociológica que Hegel le ha impreso a la filosofía social y política permite limar los residuos dogmáticos que pudiesen quedar presentes en las corporaciones que constituyen uno de los polos más importantes de integración de la sociedad civil en la posición de Hegel.

La comunidad ética se presenta así como el espacio donde cada persona desarrolla las virtudes, tanto consigo mismo como para con los demás, y como el terreno en el cual nadie proyecta sobre los otros fines y valores forzándolos a determinadas formas de realización humana. De modo que la conexión entre las formas de realización humana que se dan en las corporaciones quedan purificados de los posibles peligros dogmáticos y de dominación que constituyen un peligro para las personas en las sociedades modernas, debido a que generan opresión y violencia.

Con esto se mantiene la tensión entre la sociedad civil y el Estado, tensión que desaparece en la concepción que Hegel presenta, debido el Estado termina siendo la superación de todas las antinomias que se encuentran en la sociedad civil. En cambio, asumiendo las consecuencias que se derivan de la perspectiva de Kant, la antinomia entre sociedad civil y Estado no se supera, sino que se mantiene la tensión permanente entre ambos elementos.

Así, se han ganado tres cosas para una teoría de la sociedad civil. Primero, se ha disuelto el dualismo entre la sociedad civil y el sistema económico. La interconexión entre ambos elementos se ha abierto, pero, por otro lado, se mantiene la tensión entre ellos. Esto es así porque, de una parte, se ha precisado que la misma persona que participa del mercado es la misma que participa de las corporaciones, de modo que en la persona se mantiene la tensión entre la socialidad y la insocialidad (la socialidad se presenta al pertenecer a las corporaciones y cooperar con otros en la búsqueda de la realización de los demás. La insocialidad, debido a que, en tanto inscrito en el mercado busca maximizar sus ganancias). Por el otro lado, la tensión entre la sociedad civil y el sistema económico se mantiene debido a que las empresas propias de la sociedad civil no necesariamente sacrificarán parte de sus ganancias para poder abrir espacio a la constitución de corporaciones. Los empresarios no necesariamente harán ese sacrificio en pos ganar legitimidad, tanto ante sus propios trabajadores (fomentando las corporaciones que se encuentran conectadas con el sistema económico) como ante la sociedad civil en su conjunto. Pero el equilibrio entre la legitimidad y la ganancia económica en importante, pero es algo que sucede automáticamente, como en un giro dialéctico, sino que se mantiene en una tensión permanente.

En segundo lugar, se protege a las personas que se encuentran en esa situación de opresión por valores dogmáticos en torno a fines y valores preestablecidos. Y, en tercer lugar, la conexión entre los intercambios materiales y la sociedad civil, cifrada en términos de corporaciones, libera el potencial de los intercambios relacionados con un elemento importante para la articulación de sociedad civil.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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