Y, ¿ahora qué?
El indulto que PPK otorgó a Alberto Fujimori fue un golpe duro a la democracia en este país. Es algo profundamente lamentable y sumamente reprochable. Esa acción no va a servir para la reconciliación nacional ni a la víctimas de las violación de Derechos Humanos. Por otro lado, se entiende la estrategia, pero no se justifica. El fujimorismo salvó a PPK de la vacancia a condición de que concediera el indulto.
Fruto de ello, se ha generado una gran decepción entre los demócratas de este país. Muchas personas están renunciando a sus cargos en el Estado, en los ministerios y en la tienda de PPK. Algunos lo hacen por indignación, otros por conveniencia, como para mostrase demócratas convencidos. Muchos están reaccionando basados en principios y convicciones. Otros lo hacen por estrategia personal, para no "manchar su imagen". Lo cierto es que se ha generado un clima de histeria que se parece más a un circo que a una democracia.
Es un momento muy importante para el país y es necesario que todos se planteen una estrategia que se dirija preserva lo que queda de la democracia. Si los ministros van a renunciar y los funcionarios en los lugares estratégicos del Estado lo van a hacer también, ¿qué podemos esperar? ¿que los fujimoristas llenen los espacios que han quedado vacíos? Considero que no podemos darnos el lujo ni de vacas a PPK, no de dejarlo solo, ni de abandonar nuestros puestos.
Todo lo contrario, es tiempo de hacerle saber que lo que hizo está mal, pero al mismo tiempo que vamos a defender la democracia y la institucionalidad. Muchos se preguntarán ¿cómo podemos hacerle saber al Presidente que ha actuado mal y, al mismo tiempo, fortalecer nuestro apoyo hacia el? Se supone que somos seres inteligentes y podremos encontrar la manera. Ciertamente, esta es una prueba muy fuerte a nuestra débil democracia, pero no nos queda otra opción que defenderla. El otro camino es vacar a PPK o dejarlo solo para que la amenaza autoritaria que el fujimorismo representa asuma todo el poder del país.Es hora de reemplazar la histeria por la cordura.