CONTRA LA GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
LAS RAZONES DE PATRICIA
A fines de marzo los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tomaron el local de su universidad, debido al incremento de la matrícula. Uno de los representantes estudiantiles fue entrevistado por Aldo Mariátegui y Patricia del Río en RPP. Como es sabido, la entrevista se convirtió en un espacio para que esas dos personas humillaran al estudiante.
Mientras que Mariátegui, haciendo gala de su fobia a la izquierda, trató de hacerle decir al estudiante que detrás de ese reclamo estaban grupos de izquierda, lo de Patricia del Río fue peor, pues uno esperaría más de ella. Lo que comenzó a hacer es acusándolo de irresponsable, por no tener en cuenta los daños producidos por el fenómeno del niño costero. “¿No podrían los estudiantes ser más solidarios con el país?”, era lo que prácticamente se preguntaba. Y, después comenzó a hacer cálculos matemáticos absurdos, para concluir que los estudiantes estaban reclamando por 10 céntimos al día.
Comprendo que hay personas, en este país para quienes esa cantidad de dinero no es nada, y que la entrevistadora estudió en la PUCP y ha tenido una vida más o menos olgada, sin grandes dificultades económicas. Pero lo peor de todo, es la forma en que trató de justificarse en su muro de Facebook.
“Sí, fui dura e insensible con el estudiante de San Marcos y lo siento. Supongo que después de días y horas escuchando y atendiendo a gente que clama por agua uno pierde la perspectiva y la paciencia. Me disculpo por las formas, absolutamente inapropiadas, no por el fondo del asunto: hoy más que nunca no creo en la gratuidad de la educación superior absoluta, creo que el que no tiene debe estudiar sin pagar un sol pero el que se pagó un colegio privado o tiene dinero para aportar algo a su educación superior lo debería hacer. Pero ese será un debate que tendremos cuando todos nos calmemos. Esto es todo lo que voy a decir así que si me quieres mandar un twit un inbox o algo más insultándome, dale, estás en tu derecho, pero no voy a responder.
PD. Y sí, a pesar de la discrepancia en algo coincidimos: nada tiene que hacer la policía en SM, este es un tema que se arregla entre las autoridades y los alumnos.”
Allí desliza tres argumentos. 1) Si un periodista ha tenido un mal día, puede humillar a un estudiante; 2) Que la educación superior gratuita no debería existir (a menos que se demuestre que el estudiante carece de recursos (que no haya salido de un buen colegio) y 3) La policía no tenía que tomar la universidad.
Estoy de acuerdo con ella en el tercer punto. El que la policía meta una tanqueta en el campus de San Marcos un acto de fuerza completamente injustificado. Pero con 1 y 2 estoy completamente en desacuerdo. Nada justifica el que alguien con poder humille a una persona con poco poder. Y, menos aún, se justifica la humillación de un estudiante. Como docente universitario, personalmente tengo que tratar todo el tiempo a estudiantes, y no siempre me encuentro con la mejor disposición. Sin embargo, me queda claro que el estudiante es sagrado, pues él y ella se están formando para ser profesionales y servir al país y al mundo. Y, especialmente, porque se trata de personas. Nadie puede darse el lujo de humillar a una persona.
Pero en la cuestión que ella llama “de fondo”, es decir, respecto de la gratuidad de la enseñanza, la periodista parece tener una tremenda confusión. La educación no es una necesidad que alguien tenga, sino un derecho que el Estado debe de hacer valer. No se trata de si el estudiante tiene o no recursos. La universidad pública debe de hacer valer ese derecho para todos. Si el argumento de Patricia del Río fuese correcto, muchas universidades europeas no deberían ser gratuitas, pero lo son. Y es que, hay países que han mantenido las nociones de civilidad, de solidaridad y de lo que significa tener derechos. En cambio, el argumento de Del Río da muestras de que la noción de los derechos se ha vaciado por completo.
Realmente no me sorprende el que eso suceda, en un país donde las reformas neoliberales han penetrado tanto en la mente y en los corazones de las personas, y que han hecho perder las nociones fundamentales de solidaridad y de los derechos. Esto resulta más sorprendente después de ver unas semanas de despliegue de muestras de solidaridad por los huaycos y las lluvias. El argumento de del Río termina siendo una cachetada que nos despierta a una realidad que no termina de ser miserable. ¿Tal vez será porque a los afectados por los huaycos no los podemos acusar de “rojos” mientras que a los sanmarquinos sí?
La idea de eliminar la gratuidad de la educación universitaria y sólo dársela a los que no tienen recursos no es original. Se trata de una idea gestada por los neoliberales de mediados del siglo XX. Ellos señalaron que una de las reformas neoliberales importantes es abandonar los servicios estatales de carácter universal para centrarse en las políticas económicas focalizadas. De esta manera el Estado debería eliminar la educación gratuita universal o la salud gratuita y reemplazarla en programas (como "juntos" o "pensión 65" o "beca 18"), dirigidos a un grupo especifico de individuos (los más pobres, los más vulnerables, etc.). De tal manera que el Estado se plantea la exigencia de hacer frente a una necesidad en vez de hacer valer derechos. Así, se reemplaza la política de los derechos por la biopolítica, enfocada en las necesidades. ¿Y, por qué el estado debe hacer esto? Para evitar que los pobres se rebelen contra el sistema. Lo que interesa es mitigar la pobreza extrema. No se trata de que los pobres puedan prosperar, sino que se mantengan por encima de la "línea roja". Y menos interesa combatir la desigualdad, que puede ser radical.
Los argumentos de Patricia del Río y de Aldo Míategui contra los grupos de izquierda y contra la gratuidad de la educación universitaria expresamn una de las líneas centrales de la política neoliberal impuesta en el país por el gobierno de Fujimori. No es casual que recientemente se haya enviado a Meléndez, a través de El Comercio a atacar a la PUCP, pues se considera que dicha casa de estudios es un reducto del pensamiento de izquierda en el Perú. Ciertamente, Meléndez a demostrado ser no sólo un arribista sino un títere de la derecha oligárquica de este país. De ser Mariátegui, contaría los días para ver cuánto dura la lealtad de Meléndez. Pero ese ya es su problema. Y sobre el artículo de "cholo" ya tendré tiempo de escribir, en breve.