Trump y el neopopulismo [OPINIÓN]
EL CUESTIONAMIENTO AL NEOLIBERALISMO PROGRESISTA
Recientemente, en la redes sociales ha estado circulando un artículo de la filósofa norteamericana, Nancy Fraser, respecto del triunfo de Donald Trump. En él señala que a) lo sucedido en EE.UU., con el ascenso de Trump a la Presidencia, y en Europa, con el auge de la derecha populista, era algo que se veía venir; que 2) lo que ha detonado esta ola fue la crisis del 2007; y que 3) en EE.UU. lo que ha sucedido es que el populismo ha derrotado al "neoliberalismo progresista". Y, para generar un efecto retórico, termina señalando que aunque le parece sumamente peligroso el ascenso de Trump, no ha derramado una sola lágrima por la derrota sufrida por Hillary Clinton.
Fraser define al "neoliberalismo progresista" como la fuerza política puesta en marcha por Bill Clinton, que consiste en matrimoniar el capitalismo financiero con las políticas de reconocimiento (especialmente por el multiculturalismo, el feminismo, la valoración de la cuestión racial y la agenda del "desarrollo humano"). De esta manera, sucede que feministas, grupos culturales y raciales han logrado ascender a la élite financiera controlada por Wall Street. Y no es casual que las teorías de Amartya Sen y Martha Nussbaum, respecto del "enfoque de capacidades" y del "desarrollo humano", hayan sido asumidas por organismos globales como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
El "neoliberalismo progresista" ha desplazado de la agenda la cuestión de la desigualdad social y la redistribución económica por la cuestión de un reconocimiento funcional al capitalismo financiero. Así, lo que le ha importado a este forma de neoliberalismo es que algunas personas de diferentes grupos puedan ascender a la élite financiera (mujeres, afroamericanos, personas que pertenezcan a determinados grupos), para generar la ilusión de que se está incluyendo a la gente. Con ello se ha dejado fuera el hecho de que entre mujer y mujer, o entre afrodescendiente y afrodescendiente se ha incrementado la desigualdad, y así sucesivamente en las demás comunidades. Es por esta razón que en su debate con Axel Honneth, Fraser defiende la cuestión de la redestribución, mientras que el filósofo de la Escuela de Francfurt defiende el reconocimiento.
Ciertamente, Honneth ha representado un giro hacia la derecha en la Escuela de Francfurt frente a su antecesor Jürgen Habermas y Rainer Forst. Y, junto a Honneth, Nussbaum y Sen, han generado la plataforma filosófica para el asentamiento de neoliberalismo progresista. Dicho de otra forma, el neoliberalismo es una fuerza tan potente y dúctil que ha podido domesticar a las fuerzas progresistas imperantes en el debate actual. Pero lo que nunca va a poder domesticar es al populismo reencauchado en lo que podríamos llamar "neopopulismo".
El populismo clásico fue aquel que llevó a Hitler y a Mussolini al poder. Se trata de un populismo de la "masa organizada" bajo la forma de cooperativas y de formas de orden dado por los regímenes totalitarios. El populismo sigue al líder del partido y se ordena de acuerdo a sus mandatos. El neopopulismo, en cambio, no necesita un Führer ni al Duce, sino que se constituye espontáneamente a causa de la crisis y el temor, y pasa de movimiento de indignados a fuerza política cuando un demagogo, como Trump o Le Pen, puedan leer sus exigencias y las conviertan en propuesta política. Más allá de si Trump sea homofóbico, xenófobo, machista y enemigo de los discapacitados, lo que queda claro es que ha logrado capitalizar, con ese discurso, el voto de las personas que han perdido el trabajo por el proceso de desindustrialización y que tiene mucho miedo por el terrorismo internacional y la violencia racial.
De esta manera, mientras que el populismo es instigado políticamente, el neopopulismo se genera espontáneamente por las deficiencias de la redistribución, la desindustrialización y el temor frente al terrorismo. Por eso, la única opción que podía hacerle frente a Trump era Sanders. Pero el Partido Demócrata le bajó las llantas al carro de Sanders, porque también él cuestionaba a Wall Street. No quiere decir que crea que Sanders hubiese ganado a Trump, pero le pudo dar más pelea. Sanders cuestionaba el establishment financiero, pero no tenía una plataforma que podía capturar el temor de la gente frente al otro, cosa que Trump sí tenía.
Ciertamente, el triunfo de Trump me parece muy peligroso para el mundo entero, pero, al igual que Fraser, no pienso lamentar la derrota del "neoliberalismo progresista". Pero no me queda claro si Trump va a poder hacer frente a Wall Street o va a terminar por ser domesticado por el neoliberalismo, y pasaremos a una era de neoliberalismo + conservadurismo. Lo que sí queda claro es que el neoliberalismo progresista ha sufrido un merecido revés.