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FILOSOFÍA, ARGUMENTACIÓN Y VISIÓN

UN PROBLEMA MUY EXTENDIDO DENTRO Y FUERA DE LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

Publicado: 2017-01-14

El filósofo norteamericano William James había señalado, en su momento, que la filosofía puede ser entendida como un debate o confrontación entre temperamentos, y que los filósofos profesionales ocultaban su temperamento tras un sofisticado ejercicio de argumentación. Los argumentos racionales se esgrimían como armas para cuestionar o rebatir los argumentos de los adversarial. Pero, en el debate, los filósofos profesionales jamás exponían su temperamento. 

Además, James señaló que los temperamentos filosóficos no son propiedad exclusiva de los filósofos, sino que toda persona cuenta con un temperamento filosófico específico. Por eso señalaba que cuando un general va a enfrentar las tropas de un general adversario es importante que sepa con cuántas armas y hombres cuenta, y que posiciones ocupa en el terreno, pero lo más importante es que conozca cuál es su temperamento, pues dependiendo de ella él puede decidir luchar hasta el final o batirse en retirada cuando lo considere conveniente. 

Lo que James, en el cambio del siglo XIX y XX entendió por temperamento filosófico representaba la forma que tiene cada persona de percibir el brillo del universo y situarse ante él. Esta forma poética de explicar lo que es el temperamento filosófico fue precisada de mejor manera con el término visión por el filósofo norteamericano contemporáneo Richard Bernstein. Él señala que en el mundo contemporáneo el debate no es entre temperamentos, sino que, más precisamente hablando, se trata de un debate o confrontación entre mentalidades. 

Una mentalidad es la articulación un aparato lógico y argumentativo con una visión. La visión es la forma en la que percibimos la realidad y nos ubicamos ante ella. De la visión surgen anhelos tan importantes como el de justicia, libertad o autonomía. Los argumentos son las herramientas lógicas que nos permiten sostener y darle impulso a nuestra visión. Así que cuando nos encontramos ante argumentación desconectada de visión, lo que tenemos es una forma sofisticada de cinismo. Y, cuando nos encontramos con una visión carente de argumentos, lo que tenemos es un ideal ilusorio y vacío. 

En nuestro mundo contemporáneo tenemos muchas personas que tienen visión sin argumentación y personas que tienen argumentación sin visión. Los primeros son aquellos quienes apoyan formas de neopopulismo irreflexivo y creen en fórmulas mágicas de solución de problemas porque las presentan los líderes políticos o religiosos. Lo que caracteriza a esta personas es la adhesión irreflexiva a  ciertas consignas o planes de acción que derivan su autoridad de líderes autoritarios. Sin duda, el neopopulismo se presenta como una amenaza alarmante tanto en el hábito político como religioso en el mundo contemporáneo.

Por otro lado tenemos a quienes tienen argumentación, lógica y tecnología sin visión. Un grupo de ellos se pliega a visiones que son pegadas con baba a sus argumentaciones y tecnología. De allí surgen las personas conectadas con la ciencia que abrasan posiciones autoritarias del mundo porque la visión que tienen del mundo les es prestada. Otro grupo es aquél que desdeña de toda visión. Son los famosos argumentadores que no se comprometen con ninguna posición. Entre los filósofos es muy común encontrar personas que consideran que el compromiso con alguna visión torna impura su actividad filosófica. Se trata de personas que consideran que están más allá del bien y del mal, y por ello desdeñan el compromiso con ciertos ideales. 

Como fuere, la posición de rechazar la visión para quedarse sólo con la argumentación conduce a cierta versión de postmodernismo que termina defendiendo las posiciones de los agentes neoliberales. Bernstein señala que en el mundo contemporáneo hay dos mentalidades fundamentales en conflicto. De un lado se encuentra la mentalidad falibilista, que consiste en la conciencia de poder estar en el error respecto de ciertas creencias gracias a la actitud reflexiva; del otro lado se encuentra la mentalidad volcada a la certeza absoluta, que rechaza la posibilidad del error porque ha reemplazado la reflexión por la ansiedad y el temor. 

Esta mentalidad volcada a la certeza la comparten tanto algunos postmodernos irreflexivos, los populistas y los neoliberales. Pero también, en cierta medida, los especialistas en filosofía que hacen de ella un simple juego de argumentación técnica. Este tipo de filósofos están los bonos en alza, puesto que lo que dicen parece tener tanta profundidad y rigurosidad que consiguen seguidores y prestigio entre sus colegas sólo por la apariencia de su ciencia.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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