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¿QUÉ ES EL NEOLIBERALISMO?

PROYECTO POLÍTICO MÁS QUE ECONÓMICO

Publicado: 2016-11-01


Respecto del neoliberalismo se ha venido discutiendo mucho durante aproximadamente 20 años, pero sin la claridad requerida. Tal vez esa esto se deba a que nos encontramos sumergido en el océano neoliberal y recién estamos ganando la perspectiva suficientemente amplia como para tener poder ver dicho fenómeno en una perspectiva adecuada. En estos años han estado circulando una serie de ideas confusas respecto al neoliberalismo. La primera, es que se trata eminentemente de una doctrina económica y no de carácter político. La segunda, es que tiene sus orígenes en el denominado “Consenso de Washington” . La tercera es que no tiene relación con la idea del sujeto emprendedor que se ha impuesto en las políticas públicas, en el debate público, especialmente en el debate en torno a la educación.

Pero, más allá de esas confusiones han ido campeando entre los medios y los académicos la idea de que respecto de la política económica y respecto entre la relación entre el Estado, el mercado y la sociedad no hay nada que discutir, que las cosas están suficientemente claras y que no hay que modificar el modelo económico imperante, porque sería el único que garantiza el crecimiento económico de los países y la productividad de las personas.

Algo que nos permite iluminar la cuestión en torno al neoliberalismo es entenderlo como el resultado de una serie de correcciones implementadas al liberalismo clásico. Dichas correcciones se llevaron a cabo a partir de la gran crisis de liberalismo clásico, especialmente la crisis de 1929, y que exigió reformas sustantivas del mismo para salir de los problemas que ella acarreó. Los implementadores de las correcciones que dieron origen al neoliberalismo sostuvieron que la crisis no era sólo un episodio sucedido en el desarrollo del liberalismo clásico, sino que se debió a una falla estructural del mismo. Pero los pensadores neoliberales no articularon una doctrina homogénea, sino que se trata de una familia de escuelas de pensamiento respecto de la política que tiene diferentes variantes . Pero antes caracterizar el neoliberalismo y sus diferentes tendencias, es necesario tener en claro las líneas centrales de lo que se denomina liberalismo clásico.

Este liberalismo clásico encuentra su articulación más completa durante el siglo XVIII, especialmente a través de los cambios suscitados en la economía de los países europeos a partir de la Revolución Industrial. Fue desarrollándose durante el siglo XIX y con la crisis económica del 1929 entra en un gran cuestionamiento. La crisis llevó a una serie de intelectuales a plantearse la reformulación del liberalismo que había entrado en crisis. En 1938 Walter Lippman escribió en los EE.UU. un libro influyente, titulado The Good Society. En él se realiza una crítica al liberalismo clásico y al año siguiente se organizó en París el llamado “Coloquio Lippman” en el que participaron intelectuales como Eucken, Rüstow y Röpke (representantes de la escuela de Malburgo y gestores de la variante del neoliberalismo denominado “ordoliberalismo”), además de personajes como Hayek (representante de la escuela de Viena), incluyendo al mismo Lippman.

Las propuestas presentadas en el coloquio se dirigían a realizar una serie de correcciones al liberalismo clásico, especialmente, a llevar adelante la tarea política de utilizar al Estado a fin de modificar tanto las condiciones sociales como las condiciones naturales a fin de adecuarlas de la mejor manera al funcionamiento del mercado. Detrás de esta idea se encuentra un diagnóstico, especialmente desarrollado por los denominados ordoliberales. Este diagnóstico se presenta en dos pasos. El primero es comprender que el mercado perfecto es una idealización (en esto los ordoliberales acusan la influencia de Husserl), y por lo tanto, en tanto que modelo ideal muestra una distancia con la práctica social y económica. Así que, de acuerdo a este primer paso, el mercado real puede encontrar una serie de distorsiones que puedan conducirlo a procesos de crisis, como la del 29. El segundo paso del diagnóstico consiste en que gracias a la intervención política del Estado se puede llevar a cabo las modificaciones en la sociedad y en el entorno natural a fin de que el mercado existente se acerque lo más posible al mercado ideal a fin de superar las distorsiones que pueden conducirlo a la crisis. Esto hace del neoliberalismo una doctrina política que incorpora modificaciones sociales en beneficio de la economía de mercado, más que una doctrina económica.

Una de las maneras en la que se realiza esta modificación de la sociedad consiste en convertir el Estado en un ente político que tiene una función eminentemente técnica. La propuesta neoliberal (especialmente expresada por los ordoliberales) es que no se trata de que el Estado no intervenga, sino que más bien se trata del carácter de dicha intervención. Así, estos neoliberales comparten con el nazismo y el bochequivismo la idea de que el Estado debe intervenir en la sociedad. Pero, mientras los dos proyectos mencionados (el puesto en marcha en la Alemania nazi y en la URSSS) implicaban que el Estado intervenía en la sociedad y en la economía para llevar adelante el proyecto político que había organizado el partido que asumía las riendas del Estado, instaurando un sistema totalitario; a diferencia de ello, el neoliberalismo propone que el Estado sea dirigido, no por un partido, sino por especialistas en economía. Así, frente al nazismo y al bolchequivismo (que se presentaban como proyectos abiertamente políticos), el neoliberalismo se presenta como un proyecto técnico, no político. Es más, los neoliberales han incluido en su agenda política la erosión y el descrédito de la política .

El giro hacia un gobierno político del técnico en economía trae como consecuencia la generación de un nuevo tipo de funcionario público, que tiene como objetivo desfinanciar las áreas menos productivas de la sociedad para dirigir los recursos a las áreas más productivas. De esta manera, a los sectores menos productivos (como la salud o la educación públicas), al igual que a los sectores problemáticos (como aquellos vinculados al medioambiente o a los derechos de las personas menos favorecidas) se les desfinancia recortándoles el presupuesto. En cambio, a los sectores privados más productivos se les brindan todas las facilidades del caso para que puedan aumentar su productividad. Es por ello que el funcionario público tiene el imperativo de ser eficiente en el gasto del presupuesto asignado y eficaz en utilizar el presupuesto para potenciar a los sectores privados más productivos.

Esto trae consigo un elemento adicional propio del neoliberalismo. Se trata de que ahora los sujetos centrales son las empresas privadas (hasta el punto que ellas adquieren un tipo de personalidad jurídica que les otorga los derechos que tiene una persona ). De esta manera, el neoliberalismo opera un cambio respecto del liberalismo clásico. En el liberalismo clásico, los sujetos centrales eran los productores y los consumidores. En cambio, en el neoliberalismo, los sujetos son las corporaciones. Este giro operado va en desmedro tanto de los productores como de los consumidores. No cualquier productor tiene la posibilidad de tener éxito en las nuevas condiciones, sino sólo aquellos que pueden colocar su producto en el mercado con las ventajas de las que gozan las grandes corporaciones (el prestigio de la marca, la propaganda, etc., y especialmente el tener sus bonos en la bolsa y estar conectados a la red del capitalismo financierizado, donde el capital especulativo resulta ser más determinante que la producción misma de productos). Por otro lado, los consumidores han perdido el papel que tenían en el liberalismo clásico y se encuentran simplemente a merced de las empresas. Los derechos de los consumidores han sido fuertemente recortados. Sólo se activan medianamente en ciertas sociedades en los que la práctica judicial de la demanda ha adquirido fuerza, como es el caso de los EE.UU.

De esta manera, el neoliberalismo redefine los términos del propio mercado. El mercado deja de ser el espacio en el que concurren productores y consumidores, sino que se convierte en el que compiten las empresas o corporaciones. El por ello que en el nuevo escenario lo central consiste en articularse como empresa competitiva. De esta manera, las personas no son significativas sino como empresarios que llevan a cabo emprendimientos. La idea de que toda persona puede configurarse en esos términos constituye la ideología propia del neoliberalismo, que lleva como nombre “emprendedurismo”. Dicha ideología lleva en su corazón la idea de que cada persona tiene que volcar su vida a la maximización de su propia productividad. Cada persona se entiende a sí misma como un sujeto emprendedor con la tarea de maximizar su propia productividad económica, a la par que, desde otro punto de vista, se entiende como un enlace de necesidades que deben ser satisfechas. La política dirigida a satisfacer dichas necesidades es denominada por Foucault “biopolítica”. Este tipo de comprensión de las personas y de la política, que surge con el neoliberalismo, es antagónica con la comprensión de las personas como portadores de derechos. Así, por ejemplo, una cosa es entender la salud como una necesidad, que muy bien puede ser satisfecha por empresas privadas, y otra cosa es entenderla como un derecho que debe ser garantizado por el Estado. En el proyecto neoliberal, el Estado adquiere una comprensión minimalista de los derechos, convirtiendo en el resto de derechos (que se encuentran por fuera del núcleo duro, como el derecho a la propiedad) en necesidades a satisfacer.


Escrito por

Alessandro Caviglia Marconi

Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


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