Desde hace unos años vengo teniendo la interesante y agradable experiencia de dictar cursos de Ciencias de la religión en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es una experiencia que valoro sobremanera porque me permite desplegar una faceta importante de mi vida de creyente. Esta faceta implica que en tanto filósofo de cursos en los que el centro es la religión y el fenómeno religioso. Se trata de una experiencia valiosa, pues involucra dos de mis múltiples aspectos como persona: el de ser creyente y ser un filósofo profesional. 

Pero esta situación ha ido mostrando sus retos. Sabiendo que desde los inicios de la tradición filosófica, ésta se ha levantado en una relación adversa a la religión, ya para rechazar a los mitos o para reemplazar los mitos religiosos por otros. En su famoso trabajo El conflicto de las facultades Immanuel Kant retrata uno de los pleitos entre la Facultad de Filosofía y la Facultad de Teología. La teología quisiera mantener a la filosofía en la condición de anchilla. Y Kant resuelve la controversia que si ha de ser esclava, debe ser de aquellas que van delante de la teología, con una antorcha en la mano, iluminandole el camino a la teología, antes de encontrarse detrás de ella, cargando la cola del manto. 

Ciertamente, en la PUCP la carrera de filosofía puede converger con la teología en ciertos valores, pero queda clara su independencia tanto metodológica como en perspectivas. Lo que queda por aclarar es, más bien, cuál es el lugar de la filosofía dentro del Departamento de Teología, un departamento que cuenta con dos áreas, Teología y Ciencias de la Religión. 

El área de Ciencias de la Religión la comparte la filosofía con la historia y, a veces, la antropología. La Historia, en cuanto disciplina, puede compatibilizarse con mayor claridad con la Teología, en el sentido de que hay muchas áreas de la disciplina , como la historia del Cristianismo, la historia de la Iglesia, la Historia del Pueblo Judío. Lo mismo sucede con la Antropología o la Sociología. Su relación con la Teología puede ser llana y clara. 

En cambio, la Filosofía, por su propia naturaleza de pensamiento libre, puede no tener una una relación tan fácil con la Teología. El hecho de que se erija como pensamiento crítico puede ser fértil y de gran ayuda para la Teología, pero también puede no ser tan cómodo. Y, cuando la filosofía se aboca a la Filosofía de la Religión en conexión con la Filosofía política, se abre un campo adicional que requiere mayor espacio de diálogo con la Teología. Debido a que la reciente introducción de la filosofía en el campo de la ciencias religiosas en el Departamento de Teología, y en vistas de la expectativa de que la Universidad reabra los cursos de Teología, ha quedado pendiente el debate respecto de la relación entre Filosofía y Teología en la Universidad, y en la relación entre ambas disciplinas al interior del Departamento de Teología. El diálogo y el debate respecto de esa relación resultará sumamente productiva para el Departamento y para la misma Universidad.