PERIODISMO Y RADICALISMO
A raíz de la escalada del radicalismo que se está produciendo en Europa desde hace unos años, los periodistas de muchos países de viejo continente están llevando a cabo un examen crítico del ascenso social y político de las posiciones xenófogas y anti-islámicas . Muchos de esos análisis desarrollados ven con preocupación el crecimiento de las extremas derechas y llaman la atención a fin de contribuir a que el extremismo no tome la batuta de los destinos poíticos. El caso de Alemania es particularmente interesante, puesto que en ese país los análisis periodísticos examinan el crecimiento dfe los grupos radicales como PEGIDA y los grupos neonazis con mucho interés y preocupación. El esfuerzo es examinar la situación, tratar de explicar qué hace que dichos grupos crezcan y ver qué posibilidades hay para detener ese avance.
En nuestro contexto nacional sucede un fenómeno diferente. En vez de que los periodistas se planteen el tema del extremismo de derechas, lo que sucede es que éstos se presentan como operadores políticos de los mismos grupos radicales. Lo que se genera con ello es que se "naturaliza" el pensamiento radical, es decir, las personas lo toman como una forma normal de pensar. Un ejemplo de ello fue el arropamiento que dieron ciertos periodistas a la campaña "chapa a tu choro", presentándola como si se tratase de algo normal, de un discurso permisible y aceptable. Otros ejemplos los constituyen Aldo Mariátegui y el periodismo que se genera desde portales web como La Abaja y El Montonero.
De esta manera, lo que se ha generado en la población es un sentido común según el cual ser un radical de derecha es normal y aceptable. Es decir, es normal ser homofóbico, macarthista, machista, autoritario y defender la idea de que el mercado debe tragarse todas las relaciones humanas. Ciertamente, esta situación deja mucho que desear de la calidad del periodismo de opinión y genera gran preocupación respecto del futuro de la democracia entre nosotros