Después de muchas décadas de presencia de nacimientos y adornos navideños en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, este año los espacios de la Universidad quedó libre de adornos y alusiones religiosas. Gracias a los esfuerzos liderados por Katherine  Ángeles, la laicidad del Estado se hizo respetar. Se trata de un primer paso que hay que mantener y proteger. Primer paso que debe replicarse en otras instituciones públicas.

La consolidación de un Estado laico en el país es de suma importancia, pues el ella se juega la suerte de la democracia. A diferencia de lo que muchos piensan, la democracia no se juega en las preferencias de las mayorías, sino más bien este principio es el que lleva a los mayores despotismos. Muchos autócratas han sometido bajo su dominio tiránico a pueblos enteros apoyados en la voz de ma multitud. Infundiendo el temor frente a supuestas amenazas que ellos se comprometerían de destruir, han conseguido que la aprobación de las masas, para así someterla a una esclavitud ignominiosa. Esto es lo que sucedió con Hitler en Alemania o con Fujimori en el Perú de los 90. 
En cambio, una democracia se basa en el principio de igualdad de derechos de cada ciudadano. Ni el deseo de las mayorías ni el temor debe reemplazar este principio fundamental. El Estado laico es una pieza fundamental de la democracia, pues fortalece la igualdad de derechos de creencia religiosa. La conquista obtenida por el grupo liderado por Ángeles en San Marcos resulta, es este camino, emblemático. En este avance, esta conquista se encontró con la indiferencia de muchos estudiantes y profesores, y con la oposición férrea de trabajadores y algunos profesores. Los trabajadores querían seguir manteniendo sus prácticas tradicionales, sin tener en cuenta que la tradición, por sí misma, no es fuente de autoridad ni política, ni jurídica y menos moral. 
Pero lo más lamentable fue la oposición de algunos profesores. Algunos abrazaron la tesis Quispe, que sostenía de manera sofística que en una universidad como San Marcos "deben de escucharse todas las ideas". El problema, para estos defensores es que no se estaba combatiendo ideas sino prácticas que generaban ciudadanos de primera y segunda clase. O la peor de las posiciones fue la tesis Villanueva, que sostenía "que puesto que el catolicismo es la religión de la élites, se debía permitir". Queda claro que la primera tesis es completamente dudosa mientras que la segunda  tiene como objetivo congraciarse  con los poderosos y con la muchedumbre a fin de defender puestos y escalar posiciones. Felizmente toda esa oposición fue derrotada en el debate y hoy tenemos a una universidad, que es el orgullo de nuestra República  libre del espíritu papanuelesco. 
Ciertamente, no estamos en contra del espíritu de la Navidad, pero considero que las instituciones estatales no deben comprolemetse con religión alguna. La neutralidad del Estado en materia religiosa es algo que se debe conseguir y defender. Es por ello que es necesario estar vigilantes para evitas que en años futuros no se dé marcha atrás respecto de lo conseguido esta vez en San Marcos.